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Gonzalo Muley

Cumpliendo sueños, Ravier al Tozal de Mallo

Se nos habían acabado las excusas que nos alejaban de las imponentes murallas de Ordesa. Sabíamos que el buen tiempo y las suficientes horas de luz eran dos buenas razones para adentrarse por fin en una de las paredes sobre la que probablemente más aventuras habíamos leído. Hace unos años, me compré la guía de Christian Ravier y Remi Thivel, esperando que un día pueda escalar al menos algunas de las vías más asequibles de un lugar que ocupará siempre un lugar especial en mi cabeza. En su prólogo, se define este icónico rincón cómo el lugar dónde la palabra aventura guarda todavía su sentido. Leer esto junto con las bonitas y comprometidas historias que esconden estas paredes me acercaban a la idea de asimilar que probablemente esa guía sea sólo la fuente de sueños imposibles de cumplir. Todo ello, junto con el intenso deseo de sentirse suspendido en el vacío que se eleva sobre las agrestes praderas de Ordesa hacen que sea un día muy especial.




En la primavera de 1957, saliendo de Gavarnie y cruzando la Brecha de Rolando, N. Blotti, C. Dufourmantelle, C. Jaccoux, M.Kahn y J. Ravier escalan es dos días lo que sería la primera vía de estas paredes. Boti y yo, 60 años más tarde, vivimos también un día que seguro no olvidaremos.



Desnivel y dificultad: 380 m / 6B+ ( V+ Obl)


Material: Juego completo de friends hasta el nº3. Nosotros repetimos algún mediano. 14 cintas ( bastantes largas)


Aproximación: Desde la pradera de Ordesa, regresar unos metros y buscar el sendero que asciende hacia el Tozal de Mallo y la faja de las flores. Una vez alcanzamos la altura de la base del Tozal, desviarnos hacia el inicio de la pared. Nosotros comenzamos la vía a la derecha del contrafuerte evidente, desde dónde vemos ya la chimenea del cuarto largo. ( https://www.strava.com/activities/11670565760)


Vía: Comenzamos a trepar por la herbosa chimenea a la derecha del marcado contrafuerte. En unos 60 m de cuerda, llegamos a una reunión desde dónde vemos ya el trazado que seguirá el resto de la vía. En un par de largos de V llegamos ya a los pies de la famosa chimenea que, cómo preveíamos, aceramos de principio a fin :)






En el quinto largo empezamos ya a sentir el vacío que buscábamos vivir y que tanto engancha de estas paredes. Un largo de 6a+ , bastante clavado, mantenido y aéreo, y otros dos, que sin querer empalmamos, bastante más perdidizos ( V+ / 6a) nos depositan al pie de la larga chimenea que desemboca en la cima del Tozal de Mallo. Aunque el croquis marca grados de V/V+, el cansancio acumulado y nuestra escasa técnica de escalada de chimeneas no hacen sufrir algo más de lo esperado.





Por fin, tras casi 12 horas de actividad, llegamos al coche, en un día que seguramente recordemos para siempre. El trayecto de vuelta nos sirve, cómo de costumbre, para motivarnos con nuevas vías que nos harán soñar con más días entre colegas y rodeados de montañas.




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