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Gonzalo Muley

Siempre nos quedarán los Alpes. Esquí de travesía en el Oberland.

Actualizado: 9 ene 2023


Era un año especial. Por primera vez en mucho tiempo conseguimos juntar al equipo al completo. Las expectativas eran altas y las ganas de pasar tantos días entre risas y amigos se intercalaban con los nervios de navegar diez días entre imponentes glaciares. Con el fin de amenizar el largo trayecto, decidimos poner primero rumbo a Prolognan la Vanoise, desde dónde iniciaríamos el camino a nuestro primer objetivo del viaje, La Grande Casse. Una vez coronada, el plan era realizar las 3 horas de viaje hasta Fiesch, desde dónde podríamos ya adentrarnos en los glaciares más extensos de Europa.

Aproximación al refugio de Vanoise



Día 1: Grande Casse, 3855 m, + 1.500 m


Botti llegando a la cima de la Grande Casse

Nuestra exaltación por festejar los apasionantes días que teníamos por delante nos impidió madrugar lo deseado. Sin embargo, este primer día era perfecto para comprobar nuestro estado de forma y aprovechar para realizar una primera y distendida jornada hasta el refugio del Col de La Vanoise (2.517 m). Unos 1.000 m de desnivel, primero por estación, y, posteriormente, por terreno sencillo y continuo, nos conducía a este acogedor refugio, emplazado en las faldas de esta imponente mole de casi 4.000 m. Ahora sí, tocaba madrugar ya que, siguiendo la tónica de todo el viaje, el sol iba a brillar con más fuerza de lo esperado. La continua pendiente y la falta de hábito a la altura hicieron que la felicidad por coronar nuestra primera cima fuera aún mayor. Todos menos Hulio sabíamos que no había tiempo que perder. Abajo nos aguardaba una larga tarde para celebrar su despedida de soltero entre chupitos, Al-Kanuts, Vino, tablas de Snow y gritos radicales apoyando al Pralognan FC. Que sssssshano!




Ultras del Pralognan FC

Por fortuna, la resaca cayó en día de transición. No hubo mejor manera de saciar los típicos antojos post verbena que el pack hamburguesa, nachos y birra del Bighorn Bistro de Chamonix. Sin suda, se convertirá en un clásico.



Día 2: Fiesch - Refugio de Konkordia


Con la incertidumbre de dónde nos dejaría el teleférico de Fiesch, decidimos madrugar más de lo inicialmente previsto. Finalmente, Tras un primer remonte hasta Fiescheralp y una segunda silla llamada Tallega, conseguimos acceder al punto idóneo desde dónde podríamos emprender el descenso al glaciar de Aletsch. Como de costumbre, un séptimo miembro se unió a la jornada, Esteban Durezarreta ya estaba con nosotros. Tras unos metros con el glaciar más fracturado de lo deseado, conseguimos acceder al corazón de este vasto océano de hielo. Nos esperaban largos kilómetros de travesía rodeados por imponentes seraks, monumentales cimas y una luz que nos permitía disfrutar de aquella impresionante estampa. Por fin, tras ascender las características escaleras de acceso al refugio de Konkordia, nos encontramos con una cerveza disfrutando de uno de esos paisajes que jamás olvidaremos.

Glaciar de Aletsch desde Konkordia

Día 3: Refugio de Konkordia - Gross Grünhorn ( 4044 m) - Refugio de Konkordia


Tras una cena y un desayuno algo escasos, tocaba empezar a vaciar fuerzas para coronar el primer 4.000 del viaje, el Gross Grünhorn. Empezamos el día con un corto descenso, para enseguida encarar la subida entre grietas y grandes seraks que te incitaban a acelerar el paso en ciertos momentos. Con la coordinación del ejercito mejor entrenado, fuimos ascendiendo, encordados, todas las diferentes vertientes conducían al inicio de la larga arista cimera. ¡TOOP! Sin ser difícil, la altura, el sol y el cansancio acumulado hasta ese momento nos hicieron celebrar la cima con más éxtasis de lo esperado. Preciosa estampa elevada sobre un mar de glaciares infinitos. ¡Que momento!

Cima del Gross Grünhorn

Bonito descenso del Gross Grüngorn

Llegó de nuevo la rutina de la tarde; secar material, comentar lo satisfechos que estábamos y llenar nuestros estómagos y pulmones de nuevas vitaminas.


Día 4: Refugio de Konkordia - Äbenie Flue - Refugio de Hollandia


Como cada mañana, nos encordamos para comenzar nuestra jornada. La ignorancia sobre un terreno tan complejo nos condujo a tomar siempre las máximas precauciones. En teoría, nos esperaba una jornada tranquila, perfecta para disfrutar de una cima secundaria y un descenso directo a nuestra siguiente morada. Sin embargo, el primer mal de altura llegó al equipo. Como dice el refrán, se dice pecado pero no el pecador. Sólo desvelo que le gusta el fuet y el Kbab. Tras descender unos metros y comer algo, fuimos poco a poco recuperando la motivación del equipo para continuar por el glaciar que conducía al refugio de Hollandia. Este nuevo cobijo estaba sin duda en un emplazamiento inolvidable, sin

embargo, nos ofreció un arroz que por su causa opuesta, tampoco olvidaremos. ¡Rissssoto muy Insssshano!


BI Descendiendo del Äbenie Flue

Día 5: Refugio de Hollandia - Jungfrau - Refugio de Mönchsjochhütte


Más que un plan, este día era un experimento para comprobar si nuestros cuerpos aguantaban los casi 2.000 m de desnivel que teníamos por delante. Madrugamos más que ningún otro día para trazar las primeras zetas sin el castigo de sol, y, sobre todo, bajo uno de los amaneceres más sobrecogedores que jamás habíamos presenciado.




Pasadas las 9 de la mañana, ya habíamos alcanzado el collado que separa el Rottalhorn y Lowihorn, dos de las cimas consideradas en caso de fallar nuestro plan inicial. Todos los astros parecían alineados para seguir adelante con nuestro objetivo más exigente del viaje. La meteo era buena, nos encontrábamos bien y la motivación estaba por las nubes. Cómo ya sabíamos, la montaña siempre está por encima de tus expectativas y motivación, y eso es lo que le hace tan especial. Tras una bajada espectacular sobre polvo reciclado y una pequeña rampa de pocos metros, un muro de roca de III/IV grado impidió que todo el grupo pudiera seguir hacia la cima. El tiempo disponible no era suficiente para que los seis superásemos este escoyo y finalmente solamente dos de nosotros seguimos ascendiendo. Por fin, tras sufrir con el paso de una grieta, algo de hielo y alguna trepada cimera, pudimos abrazar la cima del Jungfrau (4099 m).

Cima del Jungfrau

La niebla asomaba y aún nos quedaba una perdidiza bajada hasta conectar con la pista que accede a la estación del Jungfrau.

Bajada del Jungfrau

Finalmente, tras 9 horas de actividad, 2.000 m de desnivel, mucha tensión y muchísima alegría, nos reunimos de nuevo con nuestros amigos en Mönchsjochhütte. El cansancio acumulado auguraba una plácida y reparadora noche pero fue interrumpida por el simple hecho de dormir a más de 3.600 m.


Día 6: Refugio de Mönchsjochhütte - Mönch - Jungfraujoch


Como no podía ser de otra manera, había que terminar el viaje coronando un último 4.000 corto, sencillo y con un ambiente alpino conmovedor. Por desgracia, un mal de altura impidió que Botti, nuestro dandy Italiano, compartiera esta cima con nosotros. Le echamos de menos, pero quizás él no tanto a nosotros. Cierto es también que la cordada Victorio&Luccino volvió a empatar, ¿ Fingiría un mal de altura para forzar el empate? Nunca lo sabremos, pero lo que si confirmamos es que estábamos rematando un viaje que jamás olvidaremos.


Arista cimera al Mönch

Pocas veces nos habíamos sentido tan rechazados. Después de 4 trenes hasta nuestro destino final, concluimos que nuestros vagones eran los únicos que quedaban vacíos, y que, 10 días sin ducharnos lo explicaba todo.


Dia 7: Fiesch - Iriartenea


El ansia de culminar nuestro viaje con un buen chuletón regado por varias botellas de vino nos impulsó a utilizar el teléfono satélite para hacer una reserva en el Asador Iriartenea de Lezo. La aventura no podía acabar de otra manera, degustando las mejores croquetas del mundo, seguro, y celebrando días tan bonitos con tus mejores amigos. ¡Que Tessssssshoro tenemos!



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