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Gonzalo Muley

Tour du Ciel, esquí de travesía en los Alpes suizos





Prólogo


Todo empezó a principios de marzo, cuando Javi, mi hermano gasteiztarra y residente en Zurich me confirma que han anulado la cuarentena de entrada a Suiza. Bastaron 5 días encerrados en el refugio de Bachimaña, un buen libro de Esquí de Montaña Suizo y muchas birras, para terminar de motivarnos y organizar nuestro plan de Semana Santa. Nuestra opción es el Tour du Ciel, una ruta de esquí de alta montaña que recorre el Val d’Anniviers a través de sus glaciares, valles, cimas y buena gente. Johnny Bacon, Julen y yo, nos ponemos en ruta hacia Zinal, punto de inicio de la ruta. Especial mención a Seti, que se vio que cancelar el viaje 2 días antes. ¡Volveremos amigo!



Día 1- Zinal – Cabanne de Moiry. (+ 1580 m / 12 km)


Nos esperaba un día soleado pero caluroso. Con la ISO 0ºC que subiría de los 3.000 m y con las mochilas bien cargadas para 7 días de travesía, decidimos ahorrar metros de desnivel subiendo en la Telecabina de Zinal hasta Surbois, que se sitúa a 2400m. Desde aquí, primero por pista, y más tarde por terreno amplio, llegamos al collado emplazado debajo del pico Garde de Bordon. Este da acceso a una larga bajada hasta el Lac de Moiry. Colocamos pieles contemplando ya lo que depararía el resto de los días; esquiar rodeados de glaciares inmensos y paredes verticales de miles de metros. Desde aquí, con el sol clavado en nuestras nucas, ascendimos hasta el refugio de Moiry ubicado a 2825m. En estas fechas el refugio no estaba guardado, pero había estufa con leña, cocina de gas, utensilios de cocina, colchones, mantas y demás lujos. ¡Seamos sinceros, los suizos se organizan muy bien! Dejamos material y remontamos hasta la col du Pigne (3000 m). Desde aquí vislumbramos ya el siguiente valle y anticipamos la ruta de mañana. Descendemos de nuevo hasta el refugio y sin perder más tiempo, empezamos a fundir nieve. Que pena, hoy no habrá birra.


Cabanne de Moiry


Día 2- Zinal – Pigne de la Lé - Cabanne de Mountet . ( + 1650 m / 12 km)


Como cada día, somos los últimos en salir del refugio. Remontamos los 200 m hasta el collado du Pigne, dejamos esquís, y decidimos seguir el cresterío fácil que nos deposita en la cima del Pigne de la Lé (3396 m). Últimos metros hasta encontrarnos con la primera Impresionante panorámica del viaje: Gran Cornier, Matterhorn, Dent Blanche, y otras cimas de las que muchas historias conocíamos pero que nunca habíamos presenciado. Impulsados por la adrenalina de tal escenario, comenzamos el primer gran descenso del viaje. Bajada de muy buena calidad hasta el refugio del Petit Mountet (2000 m). De nuevo, ponemos pieles para iniciar la marcha por el fondo del valle hasta llegar al glaciar del Mountet. El ambiente es primaveral y el sol sigue estrujando nuestros músculos. A pesar de todo, el festival de glaciares y cimas que nos rodea nos da el último impulso para llegar al Gran Mountet (2886 m). Refugio situado en un emplazamiento inigualable, con vistas al glaciar del Mountet, Mont Durant o el Trifthorn, pero que, por lo vivido, lo recodaremos menos acogedor o familiar que los siguientes. Acordaros de este truco, pedir repetir comida hasta que os miren mal. Sobre todo, si tu único alimento de viaje son 2 barritas y medio sándwich diario.



Pigne de la Lé

Glaciar de Mountet

Día 3- Cabanne de Mountet - Épaule du Zinalrothorn (4017 m) – Dôme – Cabanne d’Arpitettaz ( +1612 m / 13 km)


De nuevo, los últimos. Hoy Julen está motivado y tira como una mula. Le seguimos como podemos y llegamos al collado que separa las cimas del Zinalrothorn y el Dôme. Las ganas nos empujan a coronar el primer 4.000 del viaje. Dejamos esquís, calzamos crampones y Piolet, y nos ponemos en marcha hacia la arista que nos lleva a l’ Épaule du Zinalrothorn (4017 m). Con nosotros llevamos una cuerda que nos de algo de seguridad si se nos complica. Se progresa con rapidez, pero el patio asusta. Aseguramos un paso en un clavo existente, y ya desencordados llegamos a la cima. Otra panorámica para la eternidad. Esta vez, el Cervino aún está más cerca. Un par de selfis y un soplo de aire fresco antes de emprender la bajada. Un pequeño rappel y un descenso con mucho cuidado nos deja de nuevo en los esquís. Continuamos esta cresta que conecta con el Dôme con esquís a la mochila. Esta cima secundaria nos marca el inicio del descenso a través del glaciar Blanc de Moming hasta los pies de las laderas que dan acceso a nuestra nueva morada. No Podemos ser más felices, descenso rodeado de seracs y una estampa indescriptible. Arpitettaz es nuestra nueva cabaña de cuento regentada por Marianna y su marido, una pareja de 72 y 76 años que durante dos días nos van a cuidar mejor que a sus hijos. Desde aquí les damos las gracias.


Cima épaule del Zinalrothorn



Día 4- Cabanne d’Arpitettaz - Cabanne d’Arpitettaz ( +1400 / 10 km)


Nos despertamos con 10 cm nuevos de nieve y con el sol que hace un esfuerzo por querer iluminarnos. Le damos su tiempo, y por fin nos encontramos con las pieles puestas, el sol brillando, frío gélido, y 10 cm nuevos de nieve. 700 m de bajada hasta la puerta del refugio nos inundan de felicidad. Entramos al refugio y mientras nos convencemos de que tal día merece un segundo rondo, nos calentamos el cuerpo con la ofrenda de Mariana, un irrechazable café con leche. De nuevo a buen recaudo, nos tomamos 1 litro cada uno de Weisbeer que según dicen, es muy nutritiva. De eso no estamos seguros, pero lo que si garantizamos es que el francés sale mucho más fluido. Si a eso le sumas el demoledor chupito de Grappa al que nos invitaron, casi nos dan la nacionalidad francosuiza. Esta vez la excepción fue Johnny, que aun siendo de Amorebieta, lo dejó a medias. Menuda decepción.




Como en casa!

Día 5 – Cabanne d’Arpitettaz – Tête de Milon – Cabanne de Tracuit. (+1608 m / 9,5km)


El día se despierta desapacible. El cansancio acumulado y las pocas ganas de pasar frío hacen que tardemos un tiempo en salir del refugio. Nos despedimos de Marianna y sus dos pinches y nos ponemos de nuevo en ruta. Mientras nosotros descansábamos, el viento había seguido trabajando y lo que la víspera era una capa de nieve polvo suelta y segura, hoy todo se ve de manera diferente. La poca visibilidad y las pequeñas placas formadas nos hacen deslizarnos con sumo cuidado. Por fin, tras una pequeña trepada, llegamos al collado que nos da acceso al valle dónde se sitúa el siguiente refugio. De manera improvisada, descendemos a Julen para comprobar que no se rompe nada en el primer tramo de bajada. Parece estable así que uno a uno vamos bajando, eligiendo siempre terreno de menos pendiente. Ya a 2600 m, en terreno muy amplio y seguro, colocamos pieles para comenzar el ascenso a Tracuit (3.230m). Todavía es la una. Quedando más de cinco horas para la cena y con el precio de las cervezas a siete Francos, decidimos que será más llevadero seguir en la montaña. Dejamos peso, nos comemos una barrita y fijamos el rumbo hacia la tête de Milon, pequeña cima cercana al refugio de 3693 m, ideal para terminar la jornada. Tracuit más que un refugio, es un hotel. Habitaciones individuales, baños en el interior del edificio y un comedor que, rodeado por una enorme cristalera, nos hipnotiza con otra de las panorámicas del viaje. Desde aquí vemos apagarse el día sobre la cima del Zinalrothorn, última cumbre iluminada del valle.



Día 6 – Cabanne de Tracuit – Bishorn – Brunegghorn – Cabanne de Turtmannhüte ( 24 km / +2000 m)


Nila, una de las chicas que guardaba el refugio de Tracuit, nos inspiró para coronar 2 cimas en un día y ahorrarnos así una noche de refugio. Tras contarnos algunas de sus peripecias que había realizado en sus días libres, nos vinimos arriba. Además de ser encantadora, Nila estaba muy fuerte, mucho más que nosotros, pero en motivación pocos nos ganan. Los tres decididos, cargamos mochilas y nos ponemos en ruta. Tal es el entusiasmo que, por primera vez, salimos los primeros del refugio. El Bishorn es un pico bastante frecuentado ya que está por encima de los 4.000 m y accesible en esquí sin ninguna complejidad técnica, más allá de la propia progresión por glaciar. Si hace pocos días estuvimos al borde de la insolación, hoy el frío te quita el poco calor que genera tu cuerpo. Con el viento arreciendo con fuerza y sin intercambiar palabra, coronamos los primeros la cima del Bishorn (4143 m). En ella nos damos cuenta de que esta es solo la antecima del Weisshorn, una impresionante y elegante cúspide a la que se accede a través una expuesta, aérea e interminable cresta. Sin duda, en otra ocasión, habrá que perseguirla. Arrancamos con el descenso sin pena ni gloria por nieve cambiante y difícil de disfrutar. Pasamos por el refugio, recargamos mochila y continuamos con el descenso hasta los 2750 m, punto dónde comenzaremos el ascenso a nuestro segundo objetivo del día. Seis eternos kilómetros por un glaciar infinito nos terminan de vaciar todo menos las mochilas, que ellas siguen pesando. Nos quedamos a escasos 100 m de esta segunda cima, ya que se encuentra totalmente helada. Sin embargo, las vistas desde aquí siguen siendo impresionantes, presenciado como el abrupto glaciar del Weisshorn muere sobre las primaverales campas del valle de Sankt Niklaus. Descenso al puro estilo “Happy Riding”, los 3 sonriendo de pura felicidad y satisfacción, sobre pendientes muy suaves que te permiten ahorrar algo de concentración para disfrutar de este glaciar insólito y de este paisaje que tanto echaremos de menos.



Cima Bishorn

antecima Brunegghorn

Día 7 –Cabanne de Turtmannhüte - Zinal (+1100 / 19 km)


Turtmannhüte es un refugio que, siendo otra maravilla, no lo recordaremos tan acogedor como los dos anteriores. Las normas y los horarios prevalecen sobre la cercanía. Aún así, era la última noche, con lo que nuestro espíritu festivo no dejó de notarse. Recuperando la tónica de los días anteriores, salimos los últimos del refugio. Para evitar mayores complicaciones, decidimos remontar el glaciar que da acceso al refugio de Tracuit y descender seguido hasta Zinal. Remontando apenas 50 m a mitad del trayecto, se trata de una bajada continua hasta el valle. Sin embargo, entrada ya la primavera, los últimos 200 m es un quita y pon de esquís con algún que otro intento de hierba-esquí, que termina con Johnny estampado en un arbusto. Muchas risas, cansancio, felicidad y, sobre todo, ganas de agarrar una buena lata que hidrate nuestro maltratado cuerpo. La tarde la pasamos como la mayoría de las tardes tras volver de la montaña, bebiendo cervezas y fantaseando ya con las escaladas de este próximo verano.


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